Fernando Botero
Fernando Botero es un renombrado artista colombiano conocido por su estilo distintivo y reconocible en todo el mundo. Nacido el 19 de abril de 1932 en Medellín, Colombia, Botero se destacó en el mundo del arte por su enfoque en la exageración de las formas y las figuras, creando una estética única que se conoce como "boterismo".
Algunas de las características distintivas del estilo de Fernando Botero incluyen:
Figuras exageradas: Botero tiende a aumentar el tamaño de las figuras humanas y objetos en sus pinturas y esculturas. Esto da como resultado la representación de figuras con proporciones infladas y redondeadas, lo que le da un aspecto cómico y a la vez impactante a su obra.
Colores vibrantes: Sus obras suelen estar llenas de colores brillantes y vivos, lo que contribuye a la sensación de alegría y vitalidad que transmiten sus piezas.
Temas variados: A lo largo de su carrera, Botero ha abordado una amplia gama de temas en su obra. Sus pinturas y esculturas representan a menudo escenas de la vida cotidiana, retratos, bodegones, y escenas históricas, todo ello con su característico estilo.
Influencia latinoamericana: A pesar de su reconocimiento internacional, Botero ha mantenido un fuerte lazo con su herencia colombiana y latinoamericana en su obra. Sus temas a menudo reflejan la vida y la cultura de América Latina.
Esculturas monumentales: Botero también es conocido por sus esculturas monumentales que se encuentran en lugares públicos de todo el mundo. Estas esculturas suelen ser de gran tamaño y mantienen las mismas características exageradas que se encuentran en sus pinturas.
Botero ha exhibido su trabajo en museos y galerías de todo el mundo y ha recibido numerosos premios y reconocimientos a lo largo de su carrera. Su estilo único y su capacidad para atraer a un público diverso lo han convertido en uno de los artistas latinoamericanos más influyentes y celebrados del siglo XX y XXI.
El 10 de junio de 1995 una bomba de 10 kilos de dinamita y metralla explotó en el parque San Antonio de Medellín bajo la escultura de Fernando Botero 'El pájaro'. Eran las 21.20 horas y la plaza estaba llena de gente por la celebración de un festival de música, con puestos de artesanía y vendedores ambulantes. La onda expansiva, parcialmente aprisionada por la figura de metal, mató a 23 personas, entre ellas siete niños y una mujer embarazada (algunos informes elevan la cifra a 28 fallecidos),e hirió a cerca de 200.
Aún hoy, 20 años después, no queda claro quién y por qué lo hizo. Se habló de una venganza de los narcos por la detención, un día antes, de Gilberto Rodríguez Orejuela, capo del Cartel de Cali. El ministro de Defensa de Colombia era en aquel momento el hijo del autor de la escultura, Fernando Botero Zea. Hubo también quien reclamó la autoría del atentado como protesta por el pago del ayuntamiento de Medellín de 800.000 dólares al artista. Éste recordó entonces que ya había donado a la ciudad otras esculturas y ofreció una segunda copia de la obra, a cambio de que el 'Pájaro herido' (desde entonces llamado así)permaneciese al lado de la nueva 'Paloma de la paz', "como recuerdo de la imbecilidad y de la criminalidad de Colombia".
Los bordes cortantes de la escultura reventada siguen en ese mismo lugar y recuerdan aquella época en que casi todo sangraba y dolía en Colombia, incluido el arte. Una herida cuyo recorrido podría ser el de la grieta de 'Shibboleth', la impactante instalación de Doris Salcedo en la sala de Turbinas de la Tate Modern de Londres en 2007, cuya primera explicación hacía referencia a la discriminación de los inmigrantes en el "Primer mundo", pero que también admitía lecturas sobre la separación social y la agresión implícita en ella.
Como Botero y como Salcedo, muchos otros artistas colombianos han tenido que hablar, inevitablemente, de violencia. José Alejandro Restrepo y su 'Musa paradisiaca' (una reflexión sobre las matanzas de campesinos a lo largo del siglo XX, hilvanada a partir de la planta del banano), César López y su 'Escopetarra' (un híbrido entre fusil AK-47 y guitarra que este activista por la paz ha entregado a músicos como Fito Páez, Juanes y Santana) y Carlos Castro con su 'Máquina de cuchillos' (una caja de música hecha con puñales artesanales incautados en las zonas más duras de Bogotá) son algunos ejemplos.
"Es un recuerdo de la imbecilidad y de la criminalidad de Colombia": la historia de la escultura de Botero destrozada por una bomba que se convirtió en un símbolo de la paz
Durante la década de los 80 y parte de los 90, Medellín, la segunda ciudad de Colombia, ubicada unos 400 kilómetros al occidente de Bogotá, fue la más violenta del mundo.
Cerca de 20 personas morían por cuenta de la violencia cada día.
Sin embargo, unos 30 años después, más allá de la memoria de los familiares de las personas que murieron, no quedan muchos vestigios de aquellos días terribles de asesinatos selectivos, masacres y bombas.
Y tal vez los únicos objetos que pueden representar aquella saga de muerte y desasosiego son precisamente dos esculturas del principal artista colombiano en el siglo XX: Fernando Botero, quien nació en Medellín y falleció este viernes en el Principado de Mónaco a los 91 años.
Las esculturas son dos palomas. Una de ellas destrozada por el efecto de una bomba de 10 kilos de dinamita que mató a 23 personas en 1995.
La otra intacta, apenas percudida por el paso del sol y la lluvia sobre el bloque de bronce.
Ambas están ubicadas en el centro de la ciudad y ahora son un símbolo no solo de la violencia que se vivió en Medellín, representada por la paloma destrozada, sino también de la esperanza de vivir en una ciudad segura y pacífica, de lo que da cuenta la paloma ilesa.
A una el maestro le puso el nombre de “El pájaro herido”. A la otra, “La paloma de la paz”.
La otra intacta, apenas percudida por el paso del sol y la lluvia sobre el bloque de bronce.
Ambas están ubicadas en el centro de la ciudad y ahora son un símbolo no solo de la violencia que se vivió en Medellín, representada por la paloma destrozada, sino también de la esperanza de vivir en una ciudad segura y pacífica, de lo que da cuenta la paloma ilesa.
A una el maestro le puso el nombre de “El pájaro herido”. A la otra, “La paloma de la paz”.
Y eso era precisamente lo que estaba teniendo lugar aquel 10 de junio de 1995: una actividad pública que había congregado a centenares de personas que, de un momento a otro, vieron estallar 10 kilos de dinamita que hicieron pedazos el pájaro de Botero.
23 personas murieron en el ataque. Los reportes de las autoridades señalaron que el atentado dejó además al menos 400 personas heridas.
De acuerdo a la crónica “Un pájaro aún estalla”, del periodista Juan Miguel Villegas y publicada en el portal “Centro de Medellín", el maestro Botero se enteró de la destrucción de su obra mientras estaba en una estación de servicio en Italia.
La primera idea de Botero fue la de reemplazar la escultura destruida por una nueva.
Sin embargo, su posición cambió en tanto comenzaron a aparecer grupos que se hacían responsables del ataque.
En un presunto comunicado de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, que agrupaba a organizaciones subversivas colombianas como las Fuerzas Armadas Revolucionarias (Farc) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), señalaron que lamentaban la pérdida de vidas y que el ataque estaba dirigido exclusivamente a la escultura de Botero.
La razón expuesta en el comunicado es que "El pájaro" representaba para ellos “la exageración opresora y burguesa” y que el dinero con que se había pagado la escultura había sido producto de “esa explotación al obrero”.
Y a la otra, destrozada, lo rebautizó como "El pájaro herido".
Hasta el momento solo el Estado colombiano ha sido condenado por el atentado por no tomar las medidas adecuadas para proteger a la ciudadanía. Las víctimas fueron indemnizadas.
A más de 30 años del ataque, ese pájaro de bronce herido sigue siendo una de las atracciones más visitadas de Medellín, donde cada año sus habitantes y los turistas que llegan a la ciudad se acercan a ver el testimonio vivo de la violencia que casi extermina su espíritu.
Algunas de las obras de Fernando Botero en Medellín en Antioquia incluyen:
1) Plaza Botero: En el centro de Medellín, hay una plaza que lleva el nombre de Fernando Botero y está adornada con 23 esculturas monumentales de bronce y mármol creadas por el artista. Estas esculturas representan una variedad de temas y personajes, desde animales hasta figuras humanas, y son una atracción popular para los visitantes y lugareños por igual.
2) Museo de Antioquia: Este museo, ubicado en el centro de Medellín, alberga una colección importante de obras de Fernando Botero, incluyendo pinturas, esculturas y dibujos. El museo también presenta obras de otros artistas colombianos y es un lugar importante para apreciar el arte y la cultura de la región.
3) Museo de Arte Moderno de Medellín (MAMM): Aunque principalmente se centra en el arte contemporáneo, el MAMM también ha exhibido obras de Botero en el pasado y puede ser un lugar donde encontrar alguna de sus obras en exhibición temporal.
4) Teatro Metropolitano de Medellín: En el vestíbulo del Teatro Metropolitano, puedes encontrar una escultura de Botero que representa a un violinista, lo que refleja su interés en la música y las artes en general.
Estas son algunas de las ubicaciones en Medellín donde puedes disfrutar de las obras de Fernando Botero. Su arte es una parte importante de la cultura de la ciudad, y su legado artístico sigue siendo una atracción significativa para los amantes del arte que visitan Medellín.
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